En España existen 5.188 residencias de personas mayores, según el Censo de Centros Residenciales de Servicios Sociales 2022, elaborado por el Imserso ((instituto de Mayores y Servicios Sociales). El 77% de estas residencias de ancianos es de titularidad privada, mientras que el 23% es de titularidad pública. Estas residencias públicas pueden ser de gestión privada, es decir, residencias concertadas, o de gestión pública. No obstante, otras investigaciones más recientes estiman que la cifra de residencias es superior, en concreto 5.573, que ofertan unas 400.000 plazas, lo que equivale a 4,2 plazas por cada 100 personas mayores. El informe “Un perfil de las personas mayores en España 2023” elaborado por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) destaca que España es el cuarto país de la UE con mayor número de personas mayores y la esperanza de vida está entre las más altas del mundo. De hecho, la esperanza de vida se sitúa en 83 años, algo más alta en las mujeres, 85 años, que en los hombres de 80 años. Con una población de 9.479.010 personas mayores a 1 de enero de 2022, según el Padrón Continuo del INE, son necesarias más residencias para cubrir la demanda creciente de los ancianos. ¿Qué es una residencia de ancianos? Una residencia de ancianos es un centro donde las personas mayores pueden vivir temporal o permanentemente, cuando por razones familiares, sociales o económicas no pueden vivir en su propio domicilio y necesitan unos cuidados especiales. El origen de las residencias como instituciones especializadas en la acogida de las personas mayores surge en el siglo XX con los asilos. La principal diferencia entre los asilos y las residencias de ancianos es que los asilos funcionaban por caridad, ofrecían alojamiento y alimentación a las personas mayores que no disponían de condiciones económicas. Sin embargo, las residencias que surgen en la década de los años setenta funcionan como un servicio social. Al principio, el Estado construía viviendas para los jubilados, pero con el tiempo se pasó de la construcción de viviendas a la creación de las residencias actuales. Durante mucho tiempo, la atención a las personas mayores era obra de instituciones públicas como instituciones religiosas o ayuntamientos, que actuaban por caridad. Pero a partir de la aprobación de la Constitución de 1978 y de la Ley de Bienestar Social, es el Estado el que asume la responsabilidad de cubrir las necesidades básicas de todos los ciudadanos, incluidos los ancianos. Es cuando las residencias pasan a tener una función social. Otro cambio importante se refiere a la titularidad de las residencias. Hasta los años noventa, la mayoría de las residencias de ancianos eran públicas, gestionadas por las comunidades autónomas y ayuntamientos, o religiosas. Pero ante la demanda creciente por el aumento de la población anciana, las empresas privadas comenzaron a crear residencias. Tipos de residencia de mayores Al señalar los distintos tipos de residencias de ancianos que existen en la actualidad hay que tener en cuenta diversos criterios. Según la titularidad se diferencian tres tipos de residencia: Residencia pública Son gestionadas por las comunidades autónomas o los ayuntamientos porque dependen de organismos públicos. Suelen ser más económicas que las residencias privadas, pero los requisitos para conseguir una plaza son más estrictos y generalmente hay lista de espera para entrar. Residencia privada Son gestionadas por empresas privadas y los requisitos de acceso son establecidos por cada centro. El precio de estas residencias suele ser más caro que en las públicas y se fija en función del grado de dependencia del anciano y de los servicios que se contraten. Residencia concertada Son centros gestionados por empresas privadas en los que existen determinadas plazas reservadas para los organismos públicos. Para acceder a estas residencias también se tienen que cumplir unos requisitos recogidos en la Ley de Dependencia que son similares a los que se exigen para ingresar en las residencias públicas. En la evolución de las residencias se ha pasado de copar la mayoría del mercado las residencias públicas a ser ahora una parte minoritaria. Según el grado de dependencia del anciano se diferencian tres tipos de residencias: Residencias para personas autónomas En estos centros solo pueden ingresar las personas que tienen un alto grado de independencia, es decir, que se valen por sí mismas, pero que por determinadas circunstancias no pueden vivir en su domicilio. Residencias de mayores asistidas Están dirigidas a las personas mayores que sufren algún tipo de discapacidad física o cognitiva y, por tanto, estos centros están adaptados para cubrir estas necesidades. En estas residencias se ofrecen también más servicios, por ejemplo, es habitual que dispongan de servicio médico y asistencial. Residencias mixtas En estas residencias existen plazas para personas mayores autónomas y plazas para dependientes que necesitan ayuda para realizar las actividades cotidianas de su vida diaria. Atendiendo al tamaño existen residencias pequeñas (40 plazas), medianas (entre 40 y 100 plazas) y grandes (entre 100 y 200 plazas). Por último, existen residencias permanentes donde los residentes viven de manera indefinida o temporales, en las que las personas mayores residen durante un periodo de tiempo en el que necesitan asistencia. ¿Qué función desempeñan las residencias de ancianos? La principal función de una residencia de personas mayores es asegurar una vejez saludable y con calidad de vida, esto se consigue a través de diferentes actuaciones que el personal de las residencias desarrolla: Mantenimiento de la independencia de los mayores, trabajando en su capacidad física y mental. Cuidado de la salud de los residentes con el equipo médico y los tratamientos necesarios. Prevención y cuidado del deterioro cognitivo y las enfermedades degenerativas que sufren las personas mayores. Fomento de las relaciones sociales entre los residentes para evitar el problema de la soledad que afecta a la población anciana. Mantenimiento del contacto con las familias a través de actividades y encuentros familiares. Realización de talleres para estimular la creatividad de los residentes de acuerdo con terapias especializadas. ¿Qué servicios ofrece una residencia de ancianos? Las residencias de mayores para realizar la función social que desempeñan en la sociedad, cuentan con una serie de servicios que son comunes tanto en las residencias públicas como privadas: Imagen de rawpixel.com en Freepik Servicio sanitario. Puede ser un servicio permanente de la residencia o disponer solo durante algunas horas al día de atención médica, pero su papel es clave para detectar cualquier problema de salud que afecte a las personas que viven en una residencia. Este equipo está integrado por el médico y las enfermeras que se encargan de controlar los tratamientos de los residentes. Terapia ocupacional. Su misión es desarrollar las actividades recomendadas para cada residente, según su situación y sus necesidades, con el objetivo de mejorar su autonomía y funcionalidad. Estas actividades son fundamentales para mantener la capacidad psicomotora de las personas mayores. Fisioterapeuta. Las personas mayores necesitan rehabilitación bien por problemas neurodegenerativos o por lesiones traumatológicas y las residencias ofrecen este servicio. Los fisioterapeutas son los encargados de indicar los ejercicios adecuados a cada tipo de residente según su grado de movilidad. Alimentación. El servicio de comedor de las residencias ofrece menús equilibrados elaborados por nutricionistas, teniendo en cuenta las patologías habituales de los ancianos: diabetes, hipertensión o hipotensión. Actividades lúdicas. Las actividades de ocio, dentro y fuera de la residencia, son también habituales en las residencias para mantener activo el cerebro y proporcionar el bienestar físico y emocional que necesitan las personas mayores. Apoyo social. Las residencias cuentan con trabajadores sociales que ofrecen una ayuda personalizada a los residentes de acuerdo con sus necesidades. Se encargan de realizar todas las gestiones que los ancianos necesitan cuando viven en la residencia como la solicitud de reconocimiento del grado de dependencia o la tramitación de ayudas. Además de estos servicios básicos, en las residencias también se suele ofrecer servicio de peluquería o podología para cuidar su aspecto y atención psicológica para facilitar la integración de los residentes y su sociabilización. Requisitos para entrar en una residencia de ancianos Los requisitos para ingresar en una residencia se refieren a las públicas y concertadas, porque las residencias privadas fijan sus propias condiciones: Tener 65 años. Es la edad mínima a partir de la que se puede ingresar en una residencia de ancianos, pero se adelanta hasta los 60 años en los casos de personas que tienen una patología grave asociada a la edad como puede ser el Alzheimer. Ser autónomo en las actividades básicas de la vida diaria. No padecer enfermedad contagiosa que requiera atención permanente y continuada en el hospital. Residir en la comunidad donde está el centro. Tener la designación de persona dependiente y reconocido un grado de dependencia II o III. No haber sido expulsado de otra residencia pública. Además de cumplir estos requisitos, para seleccionar a los posibles residentes se tiene en cuenta su situación económica y su estado de salud. ¿Cuánto cuesta una residencia de personas mayores? El precio de las residencias de mayores públicas está determinado por la comunidad autónoma que es la que determina el coste. El precio que tiene que pagar el residente depende de sus ingresos anuales y de la pensión. Generalmente se cobra entre un 65% y un 85% de los ingresos totales anuales del mayor garantizando que tenga dinero para sus gastos personales. El coste mínimo de una residencia de ancianos está en 1.100 € en las más económicas y en 2.800 €. en las residencias más caras. En las plazas concertadas que hay en las residencias privadas el precio que abona mensualmente el residente también se establece en función de sus ingresos. En cuanto al precio medio de una residencia de ancianos privada depende de cada empresa y varía mucho según la comunidad autónoma, los servicios que ofrece el centro, las instalaciones, tipo de habitación y el grado de dependencia del mayor. Un informe del portal Inforesidencias señala que el precio medio mensual de una residencia privada es de 2.041 €. El País Vasco es la comunidad autónoma con los precios más elevados, 2.477 €, mientras que en Castilla y León el precio medio está en 1.735 €. No obstante, existen ayudas públicas para sufragar parte del gasto que supone una residencia de ancianos. Existen prestaciones económicas que se calculan en función de la capacidad económica de la persona mayor según su grado de dependencia y del tipo que pensión que percibe. Con estas ayudas el beneficiario puede elegir la residencia privada que se adapte a sus necesidades. ¿Cuándo necesita una persona mayor una residencia? Generalmente, la búsqueda de una residencia se inicia cuando la persona mayor no es capaz de realizar las actividades de la vida diaria de forma autónoma y los familiares no pueden ocuparse de su atención. La Ley de Dependencia determina el grado de dependencia que sufre una persona mayor y los servicios y prestaciones que puede conseguir para mantener su autonomía. Además de las residencias existen los centros de día que ayudan a mantener la actividad psiquica y física de los mayores. De acuerdo con esta ley hay tres grados de dependencia: Grado I dependencia moderada. Se produce cuando la persona comienza a tener problemas para realizar las actividades cotidianas (aseo personal, compra, limpieza…) y necesita ayuda de forma ocasional. Grado II dependencia severa. En este estado, la persona necesita cuidados más de una vez al día porque tiene dificultades graves para realizar las tareas de la vida diaria. Grado III gran dependencia. El apoyo que necesita la persona es constante porque ha perdido totalmente su autonomía y no puede realizar ninguna actividad por sí misma. El grado de dependencia es evaluado por profesionales que, de acuerdo con el estado de salud de la persona, del entorno en el que vive, si cuenta con apoyo familiar o está solo, determina los servicios que necesita y también las ayudas que puede conseguir. Una vez que la persona mayor asume su situación de dependencia, es importante que participe en la decisión de vivir en una residencia de ancianos que le ofrezca los servicios que necesita y contar con el apoyo familiar para que el proceso de integración en el centro sea más fácil y no altere su estado de ánimo.