Una residencia de ancianos es un centro donde las personas mayores pueden vivir temporal o permanentemente, cuando por razones familiares, sociales o económicas no pueden vivir en su propio domicilio y necesitan unos cuidados especiales. También es la forma de vida elegida por las personas mayores que disfrutan de buen estado de salud, pero no quieren vivir solas en su casa. La principal función de la residencia es asegurar una vejez saludable y con calidad de vida a los ancianos. Para conseguir este objetivo, en las residencias cuidan la salud de las personas mayores, desarrollan terapias para prevenir y cuidar el deterioro cognitivo y funcional, fomentan las relaciones sociales entre los residentes y el contacto con los familiares y organizan diferentes actividades de ocio. Imagen Freepik Sin embargo, no es fácil tomar la decisión de vivir en una residencia porque a las personas mayores les cuesta dejar la casa donde están los recuerdos de toda una vida. Aunque en muchos casos se retrasa el acceso a la residencia hasta que la persona es dependiente y precisa atención y cuidados constantes, también existen residencias para personas válidas que encuentran en estos centros el mejor sitio para envejecer en compañía de otros ancianos que presentan condiciones similares. No obstante, vivir en una residencia tiene ventajas, al margen del tipo de residencia que puede ser pública, que exige determinados requisitos para acceder, o privada: Atención y cuidados médicos Es una de las ventajas que más valoran las personas mayores en una residencia. Tener atención las 24 horas del día, a través del servicio de médico y de enfermería, que pueden responder ante cualquier emergencia médica da una gran tranquilidad a los residentes y a sus familiares. Tanto las enfermeras como los médicos se encargan de supervisar los tratamientos necesarios de cada residente y controlar su estado de salud. Además, las residencias especializadas en patologías como Alzheimer o demencia cuentan con personal especializado en estas enfermedades con el fin de ofrecer los cuidados más adecuados. Las residencias están obligadas por la ley de Dependencia a proporcionar servicio médico y de enfermería a los ancianos, pero puede ser un servicio propio o un servicio externo contratado a tiempo parcial o completo. Cada comunidad autónoma establece en sus normativas la ratio de médicos y enfermeras que corresponde a cada residencia en función del número de residentes. Cuidado personal Las residencias cuentan con profesionales dedicados al cuidado de los mayores, que se encargan de su higiene cuando tienen problemas de movilidad y dificultades para hacerlo por sí mismas. Además, los baños cuentan con todos los elementos necesarios para garantizar la seguridad de los residentes (duchas con asientos, barras de apoyo, saneamientos elevados…) con el fin de facilitar el aseo de forma segura. Estimulación cognitiva Imagen Freepik Las residencias disponen de terapeutas encargados de realizar las terapias adecuadas a cada anciano en función de su estado cognitivo y físico, con el fin de mantener sus capacidades el mayor tiempo posible. De hecho, las actividades de estimulación cognitiva y física que se realizan en las residencias son claves para que los ancianos alcancen una buena calidad de vida en su vejez. Con la terapia ocupacional se persigue mantener la autonomía de los mayores para prevenir situaciones de dependencia o mejorar la calidad de vida de personas que tienen algún grado de dependencia. Seguridad y comodidad Las residencias están adaptadas a las condiciones físicas de los ancianos. Las instalaciones son accesibles, cuentan con ascensores y rampas para que puedan desplazarse tanto los ancianos autónomos como los que van en silla de ruedas. Están diseñadas para ofrecer un entorno seguro a los mayores, con la ventaja de que pueden realizar actividades muy diversas (gimnasia, fisioterapia…) dentro del recinto sin necesidad de desplazamientos. A esta seguridad que ofrece la residencia se suma la comodidad de tener cubiertos todos los servicios de limpieza, lavado de ropa y extras como peluquería o podología. Alimentación saludable La alimentación es especialmente cuidada en las residencias. Estos centros disponen de dietistas y nutricionistas encargados de elaborar menús saludables y adecuados a las diferentes patologías de las personas mayores para evitar problemas médicos. Así, por ejemplo, en la elaboración de los menús se tienen en cuenta las intolerancias alimenticias, la diabetes o la hipertensión que son los problemas más habituales de las personas mayores. Vida social Las residencias promueven las relaciones sociales entre los residentes, algo muy beneficioso para los ancianos ya que pueden estar en contacto con personas de su misma edad y con experiencias vitales similares. Para favorecer las relaciones sociales, en las residencias se programan actividades y juegos con los que se intenta evitar la soledad de los mayores y crear nuevas relaciones en una etapa en la que la depresión es un grave problema. También es importante el establecimiento de horarios y rutinas en las residencias para que las personas mayores se mantengan activos. Tener fijado el tiempo de actividad y de ocio de los mayores ayuda a mantenerlos activos durante el día favoreciendo su bienestar general. Actividad física La práctica de actividad física adaptada a las patologías de los residentes es otra de las ventajas que tienen estos centros residenciales, ya que gracias al ejercicio físico se consigue reducir las caídas al mejorar la capacidad funcional y el equilibrio de los ancianos. Las personas mayores necesitan mantenerse activos y, en muchos casos, precisan hacer rehabilitación bien por padecer problemas neurodegenerativos o por lesiones traumatológicas. Las residencias cuentan con fisioterapeutas que son los encargados de indicar los ejercicios adecuados a cada residente según su grado de movilidad. Apoyo social Las residencias cuentan con trabajadores sociales que ofrecen una ayuda personalizada a los residentes de acuerdo con sus necesidades. Estos trabajadores sociales se encargan de realizar todas las gestiones que los ancianos necesitan cuando viven en la residencia como la solicitud de reconocimiento del grado de dependencia o la tramitación de ayudas, renovación del carnet o empadronamiento. Tranquilidad En relación con las familias, las residencias ofrecen tranquilidad porque saben que sus mayores están bien cuidados y atendidos. Con la ventaja añadida de que pueden visitarlos cuando quieran en una situación relajada sin preocupaciones porque están cubiertas todas sus necesidades. A diferencia de los centros de día donde los mayores asisten unas horas para realizar actividades y luego regresan a casa, en las residencias la atención es continua, lo que da una mayor tranquilidad. Por último, aunque el coste de la residencia puede ser un problema cuando no se puede acceder a una residencia pública, la ventaja es que existen ayudas públicas para cubrir este gasto.