La pandemia causada por la COVID-19 ha impulsado cambios en las preferencias de muchas personas en su vivienda habitual (en este otro post te contamos las viviendas que podrían revalorizarse tras la COVID-19). Ahora, muchas personas que cambien de casa buscarán viviendas unifamiliares con espacios abiertos al exterior y privados, grandes habitaciones y espacios interiores, pese a tener que alejarse alejarse del centro de las ciudades para conseguir este tipo de viviendas. Las zonas preferidas de la casa han cambiado tras el reciente confinamiento. Así, los nuevos hogares demandados tendrán más terrazas y balcones abiertos al exterior y estarán pensadas para que se disfruten, pero también para que se pueda teletrabajar en ellas. Y es que un estudio reciente de CaixaBank Research afirma que un 32,6% del total de los empleados en España podría llevar a cabo su trabajo en remoto, un porcentaje similar al de la mayoría de las economías avanzadas. De esta manera, las zonas más alejadas de las grandes ciudades, y sobre todo, las zonas rurales, se presentan como nuevas opciones para vivir respondiendo a este interés social de mayor tranquilidad, independencia y viviendas abiertas al exterior. Las zonas alejadas del centro y rurales satisfacen los nuevos intereses de los compradores de casas, que buscan inmuebles con mayor tranquilidad e independencia Todo ello supone una gran oportunidad para la conocida como 'España Vaciada'. Todos esos que vivían hasta ahora en las grandes urbes por exigencias laborales, pero que a partir de la pandemia pueden tener más flexibilidad y podrían plantearse el éxodo hacia estas zonas por las oportunidades existentes en este tipo de viviendas y por sus entornos naturales y tranquilos. Todo pasa porque se implementen medidas que favorezcan este éxodo hacia zonas más alejadas, del tipo servicios básicos en telecomunicaciones, educación o sanidad. En este sentido, en el Instituto de Valoraciones han analizado los hábitos y motivaciones del futuro comprador, identificando algunas tendencias que podrían ayudar a impulsar el mercado inmobiliario en el entorno rural. Segundas residencias donde poder teletrabajar Cuando se empezó a hablar de confinamiento, muchos españoles decidieron que estarían mejor en sus segundas residencias en la playa o la montaña que en las primeras, situadas en las ciudades. La ventaja eran esos espacios abiertos, así como una mayor independencia y tranquilidad. Para ellos, esa segunda residencia cobró un valor nuevo como oasis en medio de la pandemia y les alejó del peligro que provenía de las grandes aglomeraciones, además de proporcionarles una libertad que no podrían tener en los espacios reducidos de una vivienda urbana. No te pierdas: Previsión del precio de la vivienda en 2020 tras la COVID-19 Actualmente, es muy posible que muchos de ellos vean con buenos ojos apostar por esta segunda residencia tras la experiencia vivida y que exploren la posibilidad de convertirla en una primera vivienda. Todo pasará por las posibilidades reales de teletrabajar en un futuro. Viviendas adaptadas a la demanda actual La oferta de viviendas nuevas prefabricadas y de construcción tradicional es muy amplia en precios y opciones en las zonas rurales o en poblaciones alejadas de los centros urbanos. Además, la mayor disponibilidad de terrenos hace posible que los inquilinos puedan diseñar una vivienda acorde a sus nuevas necesidades o deseos. Incorporar terrazas, jardines, piscinas e incluso estancias extra que se pueden utilizar como despachos donde trabajar es una opción real. Y si miramos a los precios, en algunas ciudades su valor medio de mercado se sitúa por muy debajo de las grandes urbes como Madrid y Barcelona. En el segundo trimestre de 2020, el precio medio en ciudades como Ciudad Real o Teruel fue de 1.007 y 1.030 euros por metro cuadrado, respectivamente, mientras que en Madrid y Barcelona alcanzó valores superiores a los 3.000 euros, según los datos de Instituto de Valoraciones. Respuesta a las nuevas prioridades: tranquilidad, sostenibilidad y bienestar Los menores riesgos de vivir más alejados de los grandes centros de población y la puesta en valor del bienestar personal, tanto físico como mental (más tiempo libre en casa y menos estrés al evitar los atascos para ir a la oficina, etc.), han impulsado un cambio en las prioridades de algunos compradores de vivienda. La calidad de vida procede también de la eliminación del estrés que causan las grandes urbes en el día a día Además, en estas zonas rurales es mucho más sencillo apostar por el cuidado del medio ambiente y las prácticas sostenibles, pues se impulsan la producción y el consumo local o el cuidado de la naturaleza que las rodea. Posibilidades de inversión con buena rentabilidad Otro aspecto que merece la pena valorar es el económico. La demanda de un turismo más interior en el verano de 2020, alejado del bullicio de los puntos más concurridos de nuestra geografía, ha impulsado los alquileres de casas en el campo por parte del turista nacional. Una vez metidos en el estío ha sido difícil encontrar alojamientos rurales o de costa en zonas con pocas aglomeraciones y donde las preocupaciones sean lo menores posibles. Por lo tanto, parece también que la situación actual es un buen momento para sacar rendimiento a los ahorros que se encuentran parados y que apenas ofrecen réditos por mor de los bajos tipos de interés, invirtiendo en esta España vaciada, donde podrían encontrarse buenas oportunidades, tanto para el disfrute propio como para el alquiler con vistas a una rentabilidad durante todo el año. Más viviendas atraerían más servicios de calidad Finalmente, con una mayor apuesta por la España vaciada se podrían impulsar más servicios de calidad. La vivienda de obra nueva es escasa en esas provincias menos atractivas para una primera residencia, como pueden ser hoy Ciudad Real o Teruel. En estas provincias, entre los meses de enero a abril de 2020 se han concedido 210 y 119 visados de dirección de vivienda de obra nueva, respectivamente, según los últimos datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Unas cifras mucho menores que en otras ciudades con mayor demanda, como Madrid (4.729) o Barcelona (2.835). Lo razonable sería pensar que, si hubiera un aumento real del interés por estas zonas rurales como destinos para vivir o para invertir en segundas residencias, este parque de viviendas podría aumentar, lo que también incidiría positivamente en la oferta de servicios de las zonas adyacentes. Como has podido ver, todos estos aspectos pueden hacer que el coronavirus ayude, en cierta medida, a activar el mercado residencial de ciertas zonas de España que hasta ahora carecían de mucho interés para la mayoría de los compradores de vivienda.